La Varicela es una enfermedad muy contagiosa, la mayoría de las veces de carácter leve, causada por el virus de la varicela-zóster, de la familia de los herpesvirus, causante también del Herpes-Zóster (conocido popularmente como "culebrilla o culebrina") del que hablaremos en otro capítulo. Es una de las enfermedades que casi todos hemos pasado durante la infancia cuando teníamos menos de 10 años. Se transmite de persona a persona.
El tiempo de incubación oscila entre los 8 a 28 días después del contacto con la persona enferma.
El contagio se puede producir por contacto directo con las lesiones de la piel o por vía aérea, mediante las secreciones expulsadas al toser o estornudar. También, aunque menos frecuente a través de objetos contaminados. Los enfermos pueden contagiarla desde las 24 a 48 horas antes de la primera erupción (exantema), hasta 5 y 7 días después de la formación de los últimos cambios cutáneos, cuando la última vesícula se haya convertido en costra.
SÍNTOMAS:
Duran alrededor de una semana, iniciándose con un periodo prodrómico semejante a un cuadro gripal, inespecíficos por tanto: fiebre poco elevada, cefalea, anorexia, vómitos.
El período de estado se caracteriza por la aparición de una erupción cutáneo-mucosa constituida por lesiones máculo-pápulo-eritematosas que en 24 horas se transforman en vesículas, de tamaño y forma variable, tensas, con contenido líquido claro, simulando "gotas de rocío" y están rodeadas de una aréola rosada. Posteriormente pierden tensión y el contenido se hace turbio, aunque no purulento. A los 2 a 4 días se convierten en costras que en 4 a 6 días se desprenden sin dejar cicatriz. Estas lesiones predominan en cabeza y tronco. Todo esto, acompañado de adenopatías cervicales (inflamación de los ganglios) y síntomas generales. Las lesiones dérmicas pueden producir cicatrices permanentes y provocar pequeñas heridas que se infectan al rascarnos, pues pican bastante.
Es característico el polimorfismo lesional regional (lesiones en distintas fases evolutivas), debido a que aparecen en brotes sucesivos en relación a la viremia. La duración de la enfermedad puede oscilar entre 2 a 4 semanas.
DIAGNÓSTICO:
Generalmente para diagnosticarla es suficiente con una buena anamnesis y exploración física por parte del médico, aunque en algunos casos será necesario el análisis de laboratorio del líquido de las vesículas.
TRATAMIENTO:
En la mayoría de los casos el tratamiento es sintomático y el organismo elimina la enfermedad sin problemas.
Se pueden emplear analgésicos, antihistamínicos, cremas o lociones que alivien el picor. Es importante no suministrar ácido acetilsalicílico (AAS), ya que se asocia con el desarrollo del síndrome de Reye. En su lugar se puede usar paracetamol.
La mayoría de las ampollas desaparecerán sin dejar cicatrices, excepto aquellas que resulten infectadas por bacterias a causa del rascado, pues hay muchas bacterias en la uñas. Es conveniente aplicar compresas húmedas y baños con agua tibia para limpiar las heridas originadas por el rascado y prevenir la aparición de infecciones.
Sólo en caso de sobreinfección bacteriana se deben administrar antibióticos.
Los antivirales como el Aciclovir sólo se administrarán en casos excepcionales.
Es mandatorio evitar el contacto con personas que no hayan pasado la enfermedad para evitar contagios.
Existe una vacuna para la varicela que previene la enfermedad hasta en un 80% de los casos.
Si una mujer embarazada contrae la varicela durante el primer trimestre del embarazo o a principios del segundo trimestre, existe una pequeña posibilidad (<2%) de que el bebé nazca con un defecto de nacimiento conocido como síndrome de varicela congénita, y presentar atrofia de las extremidades y/o cicatrices en la piel. En ocasiones, se presentan problemas del sistema nervioso central y anomalías en los ojos. Es de especial importancia recibir atención especializada si usted está embarazada y tiene riesgo de contraer la enfermedad.
El tiempo de incubación oscila entre los 8 a 28 días después del contacto con la persona enferma.
El contagio se puede producir por contacto directo con las lesiones de la piel o por vía aérea, mediante las secreciones expulsadas al toser o estornudar. También, aunque menos frecuente a través de objetos contaminados. Los enfermos pueden contagiarla desde las 24 a 48 horas antes de la primera erupción (exantema), hasta 5 y 7 días después de la formación de los últimos cambios cutáneos, cuando la última vesícula se haya convertido en costra.
SÍNTOMAS:
Duran alrededor de una semana, iniciándose con un periodo prodrómico semejante a un cuadro gripal, inespecíficos por tanto: fiebre poco elevada, cefalea, anorexia, vómitos.
El período de estado se caracteriza por la aparición de una erupción cutáneo-mucosa constituida por lesiones máculo-pápulo-eritematosas que en 24 horas se transforman en vesículas, de tamaño y forma variable, tensas, con contenido líquido claro, simulando "gotas de rocío" y están rodeadas de una aréola rosada. Posteriormente pierden tensión y el contenido se hace turbio, aunque no purulento. A los 2 a 4 días se convierten en costras que en 4 a 6 días se desprenden sin dejar cicatriz. Estas lesiones predominan en cabeza y tronco. Todo esto, acompañado de adenopatías cervicales (inflamación de los ganglios) y síntomas generales. Las lesiones dérmicas pueden producir cicatrices permanentes y provocar pequeñas heridas que se infectan al rascarnos, pues pican bastante.
"cicatriz de varicela"
Es característico el polimorfismo lesional regional (lesiones en distintas fases evolutivas), debido a que aparecen en brotes sucesivos en relación a la viremia. La duración de la enfermedad puede oscilar entre 2 a 4 semanas.
DIAGNÓSTICO:
Generalmente para diagnosticarla es suficiente con una buena anamnesis y exploración física por parte del médico, aunque en algunos casos será necesario el análisis de laboratorio del líquido de las vesículas.
TRATAMIENTO:
En la mayoría de los casos el tratamiento es sintomático y el organismo elimina la enfermedad sin problemas.
Se pueden emplear analgésicos, antihistamínicos, cremas o lociones que alivien el picor. Es importante no suministrar ácido acetilsalicílico (AAS), ya que se asocia con el desarrollo del síndrome de Reye. En su lugar se puede usar paracetamol.
La mayoría de las ampollas desaparecerán sin dejar cicatrices, excepto aquellas que resulten infectadas por bacterias a causa del rascado, pues hay muchas bacterias en la uñas. Es conveniente aplicar compresas húmedas y baños con agua tibia para limpiar las heridas originadas por el rascado y prevenir la aparición de infecciones.
Sólo en caso de sobreinfección bacteriana se deben administrar antibióticos.
Los antivirales como el Aciclovir sólo se administrarán en casos excepcionales.
Es mandatorio evitar el contacto con personas que no hayan pasado la enfermedad para evitar contagios.
Existe una vacuna para la varicela que previene la enfermedad hasta en un 80% de los casos.
Si una mujer embarazada contrae la varicela durante el primer trimestre del embarazo o a principios del segundo trimestre, existe una pequeña posibilidad (<2%) de que el bebé nazca con un defecto de nacimiento conocido como síndrome de varicela congénita, y presentar atrofia de las extremidades y/o cicatrices en la piel. En ocasiones, se presentan problemas del sistema nervioso central y anomalías en los ojos. Es de especial importancia recibir atención especializada si usted está embarazada y tiene riesgo de contraer la enfermedad.
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