¿Quién no conoce a algún bipolar?

El trastorno bipolar, conocida antiguamente como "Psicosis maníacodepresiva", es una de las enfermedades psiquiátricas más prevalentes y más graves del campo de la psiquiatría.



Los casos agudos casi siempre requieren de ingreso del enfermo en un centro especializado, debido al riesgo de suicidio con síntomas psicóticos como aumento de la prodigalidad, promiscuidad sexual o consumo excesivo de tóxicos.

La prevalencia se sitúa entorno al 0,4-1,9 por ciento de la población general, siendo igual en ambos sexos y razas. Los episodios maniacos son más frecuentes en varones y los depresivos en mujeres. Si hablamos de aproximadamente unos 46 millones de españoles estaríamos en torno a una media de unas 500.000 personas en nuestro país.

La enfermedad debuta en torno a los 22 años, siendo escaso el diagnóstico precoz en la mayoría de los pacientes. Llama la atención que la tasa de suicidio oscile entre el 10 y el 20 por ciento, siendo más frecuente en los primeros diez años de evolución de la enfermedad.

Existen múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales que pueden desencadenar el cuadro. También se piensa que pueden estar implicados los cromosomas 18 y 22, aunque esto no está demostrado.



El trastorno bipolar se caracteriza por dos entidades basadas en trastornos del estado de ánimo:

Depresión y Manía


   1.- Episodios depresivos:

Existen periodos de ánimo deprimido, pérdida de interés o placer en la vida diaria, casi todos refieren falta de energía y/o dificultad para llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana. El 80% no duerme o tiene un sueño muy ligero, aparece ansiedad hasta en un 90% de los casos, y se ve afectado el apetito que puede ser voraz o nulo. Muchos de estos pacientes refieren una clara mejoría al final de cada día. Presentan dificultad de concentración, bloqueo de pensamiento y pobreza en su contenido. Pueden aparecer ideas de culpa, ruina, pobreza, hipocondría, visión negativa de todo, lo que lleva a delirios de culpa, suicidio y muerte.

    2.- Episodios maniacos:

Estos episodios se definen como un estado de ánimo llevado a la máxima expresión con un riesgo inherente al consumo de tóxicos, sobre todo alcohol. El maniaco puede realizar gastos tremendamente excesivos con aumento de la impulsividad, desinhibición sexual, agresividad, con una conducta amenazante y convencimiento de ello. Aparece verborrea, hiperactividad con pocas horas de sueño. Están preocupados por temas políticos religiosos o persecutorios. Fuga de ideas y lenguaje incoherente que evolucionan a sistemas delirantes complejos.



Los jóvenes debutan con mayor frecuencia con síntomas psicóticos y episodios maniacos, mientras que las personas de mayor edad lo hacen frecuentemente con episodios depresivos, esto hace que en la mayoría de los casos se traten inadecuadamente, por ejemplo, con el uso de antidepresivos, lo que conlleva un viraje hacia la ciclación rápida, que no es más que el paso de un episodio maniaco a uno depresivo o viceversa en poco tiempo, con lo que estos pacientes frecuentemente están infradiagnosticados, con el consecuente "maltratamiento", que no hace sino retrasar el diagnostico de la enfermedad.



1.   Fase depresiva: Litio, tratamiento de primera elección en la depresión bipolar (0,8-1,2 meq/l) también eficaz en la recurrencia de nuevos episodios depresivos. Se pueden asociar antidepresivos, aunque hay que tener cuidado con esto, porque pueden producir un viraje hacia la manía. Los preferidos son los ISRS y la alternativa es la lamotrigina. La quetiapina y la olanzapina pueden ser útiles en la fase depresiva, en casos severos está indicada la terapia electroconvulsiva.

2.   Fase maniaca: Para episodios graves es el litio o ácido valproico en asociación con un antipsicótico. Como alternativas carbamacepina y oxcarbacepina. La terapia electroconvulsiva está indicada en episodios graves o resistentes al tratamiento estándar, es mandatorio el ingreso hospitalario del paciente, sobre todo en casos de auto/hetero agresividad y psicosis grave.


Es imprescindible determinar si existe consumo excesivo de alguna sustancia tóxica y tratar de corregirlo, aunque parezca excesiva la terapia electroconvulsiva es muy eficaz y puede ayudar al mantenimiento del paciente.











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