Lepra


La lepra o enfermedad de Hansen  (en honor al médico noruego Gerhard Armauer Hansen, que la describió por primera vez en 1874), es una enfermedad bacteriana crónica producida por Mycobacterium leprae. El ser humano es el principal huésped y reservorio. La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos, donde puede provocar lesiones progresivas y permanentes.


Imagen: http://ow.ly/FSnLV 

El mecanismo de transmisión todavía no se conoce en profundidad (a pesar de aparecer en relatos bíblicos de antes de Cristo). La mayoría de los científicos cree que se transmite directamente de persona a persona, por inhalación de partículas infecciosas nasales u orales. Para que la transmisión sea efectiva se requiere un contacto muy estrecho y continuado. Se multiplica muy despacio y el periodo de incubación es de unos cinco años. Los síntomas pueden tardar hasta 20 años en aparecer. Los más afectados son los adultos jóvenes, entre 20 y 30 años de edad, siendo raros los casos en niños menores de 5 años.


Pese al mito popular, es una enfermedad poco contagiosa y que se cura, aunque aún esté muy lejos su erradicación. Sigue presente en más de un centenar  de países, entre los cuales destaca la India, con el 58% del total de nuevos casos detectados, seguido de Brasil e Indonesia. En 2013 se registraron en el mundo 219.000 nuevos casos de lepra.


El diagnóstico, como siempre, empieza con una buena anamnesis y exploración física de los pacientes. Los exámenes de laboratorio se basan en la presencia de bacilos ácido-alcohol resistentes en frotis cutáneos y en la biopsia. También se puede detectar el ácido nucleico del M. leprae por técnicas moleculares (PCR). La prueba de la lepromina se puede usar para diferenciar las dos formas de la lepra, pero no se usa para diagnosticar la enfermedad. 



Las manifestaciones clínicas dependerán del tipo de lepra y la respuesta inmunológica del paciente, lo que condicionará también el pronóstico. Dependiendo de la carga bacteriana (cantidad de bacterias), los casos se clasifican en formas paucibacilares y multibacilares. 

- La lepra paucibacilar o tuberculoide es una forma leve, que se manifiesta por síntomas limitados a la piel,  se caracteriza por cinco o menos lesiones cutáneas características. Produce grandes manchas hiperestésicas y más tarde anestésicas. Presentan reacción positiva a la lepromina. Los tejidos infectados típicamente tienen muchos linfocitos y granulomas, pero pocas bacterias. El riesgo de contagio es mucho menor que en la lepra lepromatosa.


- La lepra multibacilar o lepromatosa se produce por una escasa o nula respuesta del sistema inmunológico, que hace que las bacterias puedan multiplicarse en el tejido prácticamente sin oposición. 
Asocia múltiples lesiones cutáneas como nódulos (lepromas), engrosamiento de la epidermis y en ocasiones congestión nasal y epistaxis. A veces se produce afectación de los nervios periféricos, lo que es causa de discapacidad. En el estadio tardío también ataca a órganos internos y huesos pudiéndose producir mutilaciones. Existe extensa destrucción de tejidos, como por ejemplo cartílago nasal y orejas, apareciendo en fases avanzadas la típica "facies leonina", caracterizada por múltiples nódulos o lepromas diseminados en la cara y pabellones auriculares, pómulos pronunciados y caída de la cola de las cejas. Esta forma grave de lepra provoca en cualquier caso una deformación progresiva, es decir, una mutilación que solo puede curarse con antibióticos. Esta forma es muy contagiosa y puede ser mortal.





Con frecuencia se emplea una combinación de fármacos para combatir la enfermedad, ya que la asociación de varios de ellos ha demostrado una gran efectividad, desde 1985 la incidencia de la lepra en el mundo se ha reducido en un 90%.

Actualmente se recomienda la combinación de rifampicina y dapsona durante 6 meses para la lepra paucibacilar y rifampicina, dapsona y clofazimina durante 12 meses en la lepra multibacilar, prolongándose más tiempo sólo en casos especiales. Otros antibióticos que también se administran a los enfermos de lepra son claritromicina, ofloxacino, etionamida y minociclina. 

Aunque se haya reducido su incidencia, la lepra puede curarse, pero como siempre el factor económico es muy importante y esta es una enfermedad que no afecta a países ricos, por lo que la inversión en su estudio es muy limitada, lo que da un poco de vergüenza.  La OMS ha fijado el objetivo de reducir su prevalencia a un caso por cada 10.000 habitantes a nivel mundial, si hablamos de 7000 millones de habitantes en la tierra, sacad vuestras propias conclusiones.
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