La Enfermedad de Crohn (enteritis regional o colitis granulomatosa) es un proceso inflamatorio crónico del tubo digestivo, englobado dentro de las Enfermedades Inflamatorias Intestinales.
Unas de las principales diferencias con la Colitis Ulcerosa es que esta puede afectar a cualquier parte del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, aunque lo más frecuente es encontrarla localizada en la porción más baja del intestino delgado (íleon) o el intestino grueso (colon y recto). En la mayoría de casos es necesario hacer un diagnóstico diferencial entre ambas entidades, ya que también afecta en forma de brotes y puede recurrir varias veces durante la vida. Al igual que la Colitis Ulcerosa, se desconoce la causa exacta y todo apunta a un problema inmunológico, pero también se piensa en una causa bacteriana.
La mayoría de los pacientes son adultos jóvenes entre los 16 y los 40 años, teniendo un cierto componente hereditario (20%). En España hay 8 casos por cada 100.000 habitantes.
SÍNTOMAS:
DIAGNÓSTICO:
Tras una adecuada anamnesis y exploración clínica del enfermo, se realizarán una serie de pruebas:
Analítica sanguínea:
Mayor número de plaquetas y glóbulos blancos, aumento de la proteína C reactiva (PCR) y de la velocidad de sedimentación globular. Es frecuente encontrar anticuerpos anti-Sacharomyces positivos en sangre.
Cuando se afecta el intestino delgado:
Tránsito intestinal (se ingiere un contraste que dibuja la luz intestinal al hacer radiografías seriadas), que permite detectar la presencia de úlceras y zonas de obstrucción.
La resonancia magnética RMN y la gammagrafía con leucocitos marcados con un isótopo radioactivo.
La ecografía también permite evaluar con detalle la afectación de las capas de la pared intestinal.
Cápsula endoscópica.
Para el intestino grueso el mejor método diagnóstico es la colonoscopia.
La alteración de la mucosa más frecuente en la enfermedad de Crohn son los cambios “en empedrado”, por la presencia de zonas ulceradas y zonas sanas.
TRATAMIENTO:
No existe cura eficaz para esta enfermedad.
Es muy importante llevar una vida saludable y con una adecuada dieta, que debe ser equilibrada y completa, pues habitualmente causa malnutrición. Es preferible hacer varias comidas al día y beber agua frecuentemente. Se deben evitar los alimentos picantes y los ricos en fibra, y tampoco hay que tomar bebidas con gas, cafeína, o que contengan alcohol. Abandonar el tabaco es prioritario.
Si existe diarrea se pueden usar fármacos como la Loperamida.
Durante los brotes de la enfermedad inflamatoria se utilizan a menudo antiinflamatorios corticosteroideos.
También se usan aquí agentes antiinflamatorios como los aminosalicilatos (sulfasalazina o mesalazina) en forma de comprimidos, supositorios o enemas (lavativas).
En algunos casos, el metotrexato también es recomendable para el tratamiento, porque inhibe el crecimiento celular.
Fármacos inmunosupresores como la azatioprina o la 6-mercaptopurina (6-MP), que frenan el crecimiento de las células.
Si hay presencia de fístulas y formaciones de pus, el antibiótico metronidazol será el adecuado para el tratamiento de la enfermedad de Crohn.
El infliximab puede ayudar en casos graves de la enfermedad de Crohn cuando la azatioprina y los esteroides como la cortisona no son suficientemente eficaces.
CIRUGÍA:
Aunque la cirugía no cura la enfermedad de Crohn, a veces es necesaria, en ocasiones de urgencia (por una perforación, una hemorragia o un absceso), en ocasiones programada (por fracaso del tratamiento médico, por obstrucción intestinal o por fístulas).
Unas de las principales diferencias con la Colitis Ulcerosa es que esta puede afectar a cualquier parte del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, aunque lo más frecuente es encontrarla localizada en la porción más baja del intestino delgado (íleon) o el intestino grueso (colon y recto). En la mayoría de casos es necesario hacer un diagnóstico diferencial entre ambas entidades, ya que también afecta en forma de brotes y puede recurrir varias veces durante la vida. Al igual que la Colitis Ulcerosa, se desconoce la causa exacta y todo apunta a un problema inmunológico, pero también se piensa en una causa bacteriana.
La mayoría de los pacientes son adultos jóvenes entre los 16 y los 40 años, teniendo un cierto componente hereditario (20%). En España hay 8 casos por cada 100.000 habitantes.
SÍNTOMAS:
- Dolor abdominal
- Fiebre
- Fatiga
- Inapetencia
- Sensación de que necesita defecar, aun cuando los intestinos estén vacíos
- Diarrea acuosa o sanguinolenta
- Pérdida de peso
- Estreñimiento
- Úlceras o inflamación de los ojos
- Pus, moco o heces alrededor del ano por la presencia de fístulas
- Hinchazón y dolor articular
- Úlceras bucales y cutáneas
- Sangrado rectal y sangre en las heces
- Encías sangrantes
DIAGNÓSTICO:
Tras una adecuada anamnesis y exploración clínica del enfermo, se realizarán una serie de pruebas:
Analítica sanguínea:
Mayor número de plaquetas y glóbulos blancos, aumento de la proteína C reactiva (PCR) y de la velocidad de sedimentación globular. Es frecuente encontrar anticuerpos anti-Sacharomyces positivos en sangre.
Cuando se afecta el intestino delgado:
Tránsito intestinal (se ingiere un contraste que dibuja la luz intestinal al hacer radiografías seriadas), que permite detectar la presencia de úlceras y zonas de obstrucción.
La resonancia magnética RMN y la gammagrafía con leucocitos marcados con un isótopo radioactivo.
La ecografía también permite evaluar con detalle la afectación de las capas de la pared intestinal.
Cápsula endoscópica.
Para el intestino grueso el mejor método diagnóstico es la colonoscopia.
La alteración de la mucosa más frecuente en la enfermedad de Crohn son los cambios “en empedrado”, por la presencia de zonas ulceradas y zonas sanas.
TRATAMIENTO:
No existe cura eficaz para esta enfermedad.
Es muy importante llevar una vida saludable y con una adecuada dieta, que debe ser equilibrada y completa, pues habitualmente causa malnutrición. Es preferible hacer varias comidas al día y beber agua frecuentemente. Se deben evitar los alimentos picantes y los ricos en fibra, y tampoco hay que tomar bebidas con gas, cafeína, o que contengan alcohol. Abandonar el tabaco es prioritario.
Si existe diarrea se pueden usar fármacos como la Loperamida.
Durante los brotes de la enfermedad inflamatoria se utilizan a menudo antiinflamatorios corticosteroideos.
También se usan aquí agentes antiinflamatorios como los aminosalicilatos (sulfasalazina o mesalazina) en forma de comprimidos, supositorios o enemas (lavativas).
En algunos casos, el metotrexato también es recomendable para el tratamiento, porque inhibe el crecimiento celular.
Fármacos inmunosupresores como la azatioprina o la 6-mercaptopurina (6-MP), que frenan el crecimiento de las células.
Si hay presencia de fístulas y formaciones de pus, el antibiótico metronidazol será el adecuado para el tratamiento de la enfermedad de Crohn.
El infliximab puede ayudar en casos graves de la enfermedad de Crohn cuando la azatioprina y los esteroides como la cortisona no son suficientemente eficaces.
CIRUGÍA:
Aunque la cirugía no cura la enfermedad de Crohn, a veces es necesaria, en ocasiones de urgencia (por una perforación, una hemorragia o un absceso), en ocasiones programada (por fracaso del tratamiento médico, por obstrucción intestinal o por fístulas).
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