La gripe (las palabras gripe y gripa proceden de la francesa grippe = acurrucarse) es una enfermedad infecciosa aguda de las vías respiratorias causada por un virus. Existen tres virus diferentes que producen la gripe (A, B y C) pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae. A y B pertenecen al género Influenzavirus y C al género Influenza C. B y C son los que afectan principalmente al ser humano. El virus A es más frecuente en animales, siendo el más agresivo de los tres géneros y el responsable de las pandemias.
Presenta gran capacidad de transmisión persona-persona, dándose sobre todo en invierno. Es un importante problema de salud, tanto por la mortalidad como por las complicaciones que puede ocasionar y los costes económicos y sociales que origina. La proporción de población afectada durante las epidemias anuales oscila entre el 5 y 15% en poblaciones grandes, y es superior al 50% en grupos de población cerrados como escuelas o residencias de ancianos.
El virus tiende a cambiar continuamente dada la elevada capacidad que posee de sufrir variaciones en sus antígenos de superficie, hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N), (proteínas en su superficie que hacen a nuestras defensas reconocer al virus y frente a las que producimos anticuerpos que nos protegen) evitando la inmunidad adquirida con anterioridad por el huésped, por eso la vacuna cambia cada año.
A lo largo del siglo XX se han producido tres grandes pandemias, todas ellas causadas por virus gripales del tipo A, correspondiéndose con la aparición de los subtipos H1N1 (la gripe española de 1918), H2N2 (la gripe asiática de 1957) y H3N2 (la gripe de Hong Kong de 1968).
Cuando se produce una mutación mayor en los antígenos hemaglutinina y/o neuraminidasa, como en los casos anteriores, se genera un virus diferente a las cepas previamente circulantes, con una elevada proporción de la población mundial desprotegida, es decir, sin inmunidad previa porque nunca ha sufrido la enfermedad por esa cepa del virus de la gripe, estaremos ante una nueva pandemia.
Actualmente, no es posible saber cuándo ni dónde se producirá la próxima pandemia, ni cual será el subtipo que la ocasione, lo que imposibilita disponer de vacunas anticipadamente e incide en la necesidad de disponer de sistemas de vigilancia de la gripe que permitan una rápida detección e intervención.
La transmisión se produce de persona a persona fundamentalmente por vía aérea, mediante gotitas que son originadas al hablar, toser o estornudar por la persona enferma. El virus entra en la nariz, garganta o pulmones de una persona y comienza a multiplicarse causando los síntomas de la gripe. También por contacto directo, aunque es menos frecuente.
Un enfermo puede transmitir la enfermedad desde un día antes del comienzo de los síntomas hasta unos 3 a 7 días después. Los síntomas comienzan de 1 a 4 días después de que el virus entra en el organismo.
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SÍNTOMAS:
La infección provoca una alteración de la mucosa respiratoria mucho más severa que la provocada por virus catarrales.
El cuadro clínico suele comenzar de forma brusca con fiebre y escalofríos, dolor de cabeza, congestión nasal, molestias de garganta, malestar general, dolores musculares, pérdida de apetito y tos seca.
La mayoría de las personas se recuperan en una o dos semanas, pero en algunos casos pueden desarrollarse complicaciones sobre todo en ancianos o en caso de enfermedades crónicas de base como como diabetes, EPOC, fibrosis quística, asma o problemas cardiacos.
Las complicaciones de la gripe son predominantemente respiratorias: neumonías, bronquitis, sinusitis u otitis. Entre las más temidas destacan el síndrome de Reye y el Guillain-Barré.
El diagnóstico de la gripe suele ser clínico.
El diagnóstico de laboratorio (casi nuca necesario) se realiza mediante alguna de las siguientes técnicas: aislamiento viral, detección de proteínas virales, detección de ácido nucleico y cuantificación de anticuerpos en sangre. Las tres primeras técnicas se realizan sobre secreciones respiratorias tomadas mediante frotis nasal o faríngeo, y para la cuarta es preciso extraer sangre en los momentos agudo y convaleciente de la enfermedad.
TRATAMIENTO:
El tratamiento de la gripe suele ir enfocado a tratar los síntomas que la enfermedad produce. Sin embargo, actualmente existen cuatro antivirales frente a los virus gripales (amantadina, rimantadina, zanamivir y oseltamivir) aunque su utilización es muy limitada. Si se dan en los primeros días tras el inicio de los síntomas pueden reducir la duración de la enfermedad no estando exentos de efectos adversos que pueden ser a veces importantes.
Consejos:
- Descansar.
- Beber abundantes líquidos.
- Evitar el consumo de alcohol o tabaco.
- Tomar medicación que mejore los síntomas de la gripe (antitérmicos).
- La gripe es una infección viral, ¡no sirven los antibióticos!
- No dar aspirina a niños ni adolescentes (Síndrome de Reye).
Actualmente el mejor remedio es la prevención mediante la vacunación anual.
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