Ictus (stroke o ataque cerebral)

El término "Ictus" (en inglés Stroke), se usa para definir, a todas las patologías o enfermedades cerebrovasculares, producidas por la interrupción brusca (momentánea o definitiva) del riego sanguíneo a alguna parte del cerebro, con el consecuente ataque cerebral que ello conlleva. 

Los términos, accidente cerebrovascular, ataque cerebral o, menos frecuentemente, apoplejía, son utilizados como sinónimos del término ictus.



ACCIDENTES CEREBROVASCULARES



Junto con el corazón, el cerebro, es el órgano más sensible a la falta de oxígeno. Cuando el flujo sanguíneo deja de alcanzar alguna de sus zonas, se altera su funcionamiento, que puede ser de forma transitoria, si se recupera el riego pronto, con lo que hablaremos de AIT (accidente isquémico transitorio), o de manera definitiva, si el flujo se ha detenido durante un tiempo importante y las células del cerebro han quedado dañadas, en este caso, hablaremos de infarto cerebral, y habrá que intentar minimizar de forma urgente el área dañada, pues producirá secuelas importantes para el enfermo que a continuación detallaremos. 


Constituye una de las principales causas de muerte en los países desarrollados (10%), siendo no en vano, la tercera causa de muerte en adultos, después de la cardiopatía isquémica y el cáncer, según la OMS. Es también el primer motivo de incapacidad permanente, física e intelectual, y el segundo motivo de demencia, después de la enfermedad de Alzheimer. Con estos datos podemos deducir que es una prioridad sanitaria. 
Presenta una relación directamente proporcional con el envejecimiento, aunque afortunadamente a día de hoy estamos asistiendo a un descenso en la mortalidad debido a los continuos avances diagnósticos y a la precocidad en el tratamiento.  


TIPOS: 

Isquémico: infarto cerebral y AIT

Se considera el más frecuente. Sucede por la obstrucción de una arteria que impide que la sangre llegue a un área del cerebro, con el consecuente déficit de oxígeno y nutrientes a la zona, lo que provoca un daño neuronal, que puede ser transitorio (AIT) si se restablece la circulación de forma rápida, bien sea porque se resuelve la causa (lisis de un trombo o circulación colateral). En este caso no habrá daño permanente. Pero si la carencia de riego sanguíneo se prolonga, ocurre el infarto cerebral (muerte neuronal permanente), casi siempre se debe a un trombo que no se resuelve, a la presencia de un tumor que comprima la arteria, o a un coágulo que se desprende del corazón. 

Ictus hemorrágico:

Aunque mucho menos frecuente, puede ser más difícil de resolver y mucho más grave. Aquí se produce la rotura de una arteria, que puede ser intracerebral o de la superficie, donde están las capas que lo envuelven, las meninges. Las causas son la hipertensión arterial no controlada, malformaciones vasculares congénitas o traumatismos craneoencefálicos (accidentes). 


FACTORES DE RIESGO:


  • Edad: se estima que aproximadamente el 20% de los mayores de 65 años presentan un riesgo alto de sufrir un ictus en los próximos 10 años.

  • Más frecuente en mujeres. (¿Porque viven más años?).

  • Raza: es más frecuente en personas de raza negra e hispanoamericana (se cree que puede deberse a que las personas de raza negra son más propensas a la hipertensión arterial y a la diabetes). 

  • Mayor incidencia en personas con antecedentes familiares de ictus. 



  • El consumo de tabaco es la causa prevenible más importante de muerte prematura. Su asociación con la arteriosclerosis, las enfermedades cardíacas y el ictus no ofrece hoy ninguna duda.

Los factores de riesgo potencialmente tratables son: el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, la vida sedentaria y los tratamientos con anticonceptivos orales, aunque en la actualidad su contenido en estrógenos es bajo y sólo parecen aumentar el riesgo si se suman otros factores, sobre todo el consumo de cigarrillos o padecer otra enfermedad vascular o cardíaca.


La hipertensión arterial, la diabetes, el tabaco, el colesterol y algunas arritmias, son por distintos mecanismos, los principales factores de riesgo por los que las arterias se obstruyen y producen la isquemia en el territorio cerebral. Su control es esencial para disminuir el riesgo de aparición del ictus.


SÍNTOMAS: 

Varían en función de la zona del cerebro afectada: 

  • Cefalea
  • Vómitos
  • Vértigos 
  • Mareos
  • Dificultad para mantener el equilibrio
  • Disminución del nivel de conciencia
  • Debilidad facial, siendo el afectado incapaz de sonreír, soplar o mostrar los dientes
  • Pérdida brusca de la fuerza de un brazo o pierna, generalmente del mismo lado del cuerpo
  • Incapacidad para hablar (palabras inapropiadas) o incapacidad para entender lo que el enfermo escucha
  • Coma



DIAGNÓSTICO:

El diagnóstico debe hacerlo en cualquier situación un neurólogo. La exploración física es la prueba de mayor importancia en primera instancia para determinar qué área del cerebro está afectada.

Las pruebas de imagen que se realizan actualmente son el TAC (aunque en las primeras 24 h a veces no se observa el infarto y será necesario repetirlo después para confirmar. La prueba es más precisa cuando se administra contraste (angioTAC)), la resonancia magnética (RNM) y la ecografia-doppler carotídea o transcraneal.


TRATAMIENTO: 

Cuando se diagnostica un ictus, se dice, entre los médicos (neurólogos), que el tratamiento preventivo falló, es un fracaso, ya no existe tratamiento posible, todo se basa en minimizar los daños.

Los ictus deben ser tratados en menos de tres horas por el equipo de neurólogos para obtener un buen pronóstico, inyectando medicamentos que disuelvan el coágulo o el trombo y recuperar el flujo sanguíneo. El ácido acetilsalicílico o aspirina sigue siendo el fármaco principal para conseguirlo. 

En algunos casos, ltrombolisis, consigue inyectar un fármaco que disuelve el coágulo y restaura la función neurológica perdida.

En el caso de ictus hemorrágico, esto puede ser más complicado, siendo posible que el paciente requiera de una angiografía intervencionista o un cateterismo para reparar la arteria dañada mediante la colocación de stents, o insertando un clip o grapa en aneurismas que sean la causa del sangrado. En casos graves, puede ser necesaria incluso la cirugía. 

Si ha llegado a producirse el infarto, hemos llegado tarde, hay que conseguir en la medida de lo posible que otra área del cerebro pase a controlar las funciones que antes controlaba la zona afectada, en estos casos es fundamental la fisioterapia. 

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