La Osteoporosis es una enfermedad que afecta a los huesos, predisponiendo a un aumento del riesgo de fracturas.
El hueso se vuelve más poroso, con lo que aumenta el espacio libre en su interior, aumentando el número y tamaño de las cavidades o celdillas que lo componen, que se tornan más frágiles, resisten peor los golpes y se rompen con mayor facilidad.
La osteoporosis es una “epidemia silenciosa”, porque no manifiesta síntomas (no produce dolor) hasta que la pérdida de hueso es tan importante como para que aparezcan fracturas. Esto habitualmente ocurre muchos años después de la menopausia (debido a la disminución de la producción de estrógenos por los ovarios y otras carencias hormonales), con lo que se deduce que afecta mucho más al género femenino, aunque puede padecerla cualquier persona. En general, las mujeres de raza blanca en la tercera edad de la vida, tienen más probabilidades de presentar esta enfermedad.
Las fracturas más frecuentes son las de cadera y columna.
En nuestro medio, en torno a 2 millones de mujeres padecen osteoporosis (una de cada 4 post-menopáusicas), causando unas 25.000 fracturas óseas cada año. Se estima que la osteoporosis afecta a unos 75 millones de personas en Europa, Estados Unidos y Japón, constituyendo un serio problema de salud pública.
DIAGNÓSTICO:
Como valor de referencia se utiliza el promedio de la densidad mineral ósea (cantidad de calcio y otros minerales que hay en una sección del hueso) de la mujer adulta joven sana (puntuación T ó T-score en inglés). La diferencia entre el paciente y el valor normal se da habitualmente en desviaciones estándar (DS).
La OMS la define en mujeres como una densidad mineral ósea menor o igual de 2,5 desviación estándar por debajo de la masa ósea promedio de personas sanas de 20 años, medida por densitometría ósea.
Existen distintos tipos de osteoporosis:
SÍNTOMAS:
Esta patología no produce síntomas, el dolor aparece cuando surge la fractura.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN:
En cuanto a la prevención es fundamental:
El hueso se vuelve más poroso, con lo que aumenta el espacio libre en su interior, aumentando el número y tamaño de las cavidades o celdillas que lo componen, que se tornan más frágiles, resisten peor los golpes y se rompen con mayor facilidad.
La osteoporosis es una “epidemia silenciosa”, porque no manifiesta síntomas (no produce dolor) hasta que la pérdida de hueso es tan importante como para que aparezcan fracturas. Esto habitualmente ocurre muchos años después de la menopausia (debido a la disminución de la producción de estrógenos por los ovarios y otras carencias hormonales), con lo que se deduce que afecta mucho más al género femenino, aunque puede padecerla cualquier persona. En general, las mujeres de raza blanca en la tercera edad de la vida, tienen más probabilidades de presentar esta enfermedad.
Las fracturas más frecuentes son las de cadera y columna.
En nuestro medio, en torno a 2 millones de mujeres padecen osteoporosis (una de cada 4 post-menopáusicas), causando unas 25.000 fracturas óseas cada año. Se estima que la osteoporosis afecta a unos 75 millones de personas en Europa, Estados Unidos y Japón, constituyendo un serio problema de salud pública.
DIAGNÓSTICO:
- Historia clínica y exploración física
- Radiografías óseas
- Análisis de laboratorio
- Densitometría:
Exploración que utiliza dosis bajas de rayos X para determinar la masa ósea.
Como valor de referencia se utiliza el promedio de la densidad mineral ósea (cantidad de calcio y otros minerales que hay en una sección del hueso) de la mujer adulta joven sana (puntuación T ó T-score en inglés). La diferencia entre el paciente y el valor normal se da habitualmente en desviaciones estándar (DS).
La OMS la define en mujeres como una densidad mineral ósea menor o igual de 2,5 desviación estándar por debajo de la masa ósea promedio de personas sanas de 20 años, medida por densitometría ósea.
Existen distintos tipos de osteoporosis:
- Post-menopáusica (falta de estrógenos): En general, los síntomas aparecen en mujeres de 51 a 75 años de edad.
- Senil: relacionada con la edad, afecta a mayores de 70 años, siendo dos veces más frecuente en las mujeres que en los varones.
- Secundaria: Puede ser consecuencia de ciertas enfermedades, como la insuficiencia renal crónica y ciertos trastornos hormonales, o de la administración de ciertos fármacos, como corticoides, barbitúricos, anticonvulsivantes y cantidades excesivas de hormona tiroidea.
SÍNTOMAS:
Esta patología no produce síntomas, el dolor aparece cuando surge la fractura.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN:
En cuanto a la prevención es fundamental:
- Mantener un consumo adecuado de calcio. Muchos adultos necesitarán de 1.000 a 1.500 mg al día (leche y derivados o suplementos farmacológicos). La vitamina D es una sustancia fundamental para el hueso. Sus necesidades diarias se consiguen fundamentalmente por la formación de la misma en la piel cuando recibe el efecto de la radiación solar.
- Practicar ejercicios físicos en los que el paciente no tenga que soportar peso corporal.
- Seguir un tratamiento farmacológico, si lo prescribe el médico.
- Suprimir el alcohol y el tabaco.
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