Olor desagradable del aliento.
El término halitosis se usó por primera vez en 1921, en Estados Unidos, en el rótulo de un enjuague bucal, y es el resultado de la combinación de la forma latina “halitus” (aire espirado) con la terminación griega “osis” (sufijo usado para describir una alteración patológica).
La mayoría de los adultos sufren halitosis en algún momento de su vida. Se estima que cerca del 20% de la población puede sufrir mal aliento de forma habitual.
La halitosis o mal aliento puede tener múltiples causas, puede ser provocada por sustancias ingeridas o inhaladas que se eliminan parcialmente a través de los pulmones, por enfermedad gingival o dental o por fermentación de partículas de alimento en la boca.
También puede indicar enfermedades sistémicas severas que necesitan un diagnóstico y tratamiento específicos (p. ej., encefalopatía hepática, acidosis diabética, insuficiencia renal, enfermedad infecciosa o neoplásica del tracto respiratorio, enfermedad autoinmune (Síndrome de Sjögren, artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, esclerodermia), desórdenes bioquímicos, deficiencias vitamínicas o de minerales, intoxicación por metales).
A pesar de lo que se piensa, los trastornos gastrointestinales no suelen causar halitosis, porque normalmente el esófago está colapsado y separado de la vía aérea y aunque ocasionalmente se pueden producir eructos de olor desagradable en la retención gástrica o en tumores gástricos o esofágicos, es raro que sea de forma permanente.
Tampoco es cierto que el olor del aliento refleje el estado de la digestión y de la función intestinal.
Los pacientes con halitosis sufren psicológicamente, quien la padece lo pasa mal a nivel personal, con manifestaciones de comportamientos visibles como cubrirse la boca al hablar, mantener una distancia interpersonal mayor de lo normal o evitar las relaciones sociales.
Si alguien cercano padece halitosis, debemos decírselo para que pueda poner remedio, paradójicamente el que menos se da cuenta del mal olor es el propio afectado (fatiga olfativa: están habituados a su propio olor).
Cuando esta información se transmite, siempre con delicadeza y mostrando preocupación, las personas advertidas valoran mucho este hecho.
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