Pie de Atleta: qué es y cómo evitarlo


Llamamos "pie de atleta" (Tinea pedis) a la infección por hongos o levaduras que afecta a los pies, y más concretamente entre en los pliegues interdigitales, en la planta y en los bordes de los mismos. 

Es muy común en todo el mundo, afecta a todas las personas y todas las razas, aunque se da más en climas cálidos y húmedos.

Se transmite directamente de persona a persona, y también a través de objetos contaminados con el hongo, como las superficies de la piscina o de la ducha.

En el 98% de los casos es producido por hongos dermatofitos (micosis). En el resto de los casos se debe a la acción de levaduras como cándida o a alguna bacteria.




Existen varias formas de presentación de esta infección:

Asintomáticos, pudiendo presentar mal olor a causa de la infección.

Forma crónica (la más común): enrojecimiento del pie y picor constante, especialmente por la noche.

Forma hiperqueratósica: grietas, ampollas y escamas en la zona que está infectada, además de hiperqueratinosis, que consiste en que la capa externa de la piel se engruesa.

Forma vesical media: vesículas que no deben ser explotadas. 

Forma ulcerosa: es la forma más grave, con alta probabilidad de sobreinfección cutánea, puede ser necesario tratar con antibióticos. En aquellos pacientes que tengan una mala circulación la infección puede complicarse, llegando incluso a tener que amputar el pie (diabéticos).





Lo primero será, como siempre, realizar una correcta anamnesis e historia clínica. Después, es mandatorio realizar examen visual de la zona afectada, un examen directo a partir de una muestra recogida raspando la zona infectada para ver la presencia/ausencia de hifas (son una parte del hongo) y un cultivo microbiológico para precisar el agente infeccioso.



A veces, este tipo de infecciones son difíciles de tratar y recidivan fácilmente, lo primero será usar un antimicótico por vía tópica, ya sea en polvo o en crema (clotrimazol, miconazol o tolnaftato, etc.) debiendo continuar una o dos semanas después de la desaparición de la infección, para evitar recidivas. 

Se pueden aplicar jabones con sulfato de selenio para limpiar los pies, aunque esto no es recomendable si los pies presentan heridas.

Hay que prestar mucha atención al cuidado personal para no favorecer la proliferación de los hongos, como:

  • No usar un calzado cerrado, y especialmente aquellos que están recubiertos con plástico.
  • No permanecer con los pies húmedos por periodos largos de tiempo.

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