Síndrome de Guillain-Barré

El Síndrome de Guillain-Barré o polirradiculoneuritis aguda, es una enfermedad autoinmune, desencadenada por una infección viral o bacteriana. 

Se produce un ataque inmunológico sobre el sistema nervioso periférico (el sistema inmunológico comienza a destruir la cobertura de mielina que rodea a los axones de muchos nervios periféricos, o incluso a los propios axones, con lo que la transmisión del impulso nervioso se verá alterada), lo que produce una debilidad simétrica, rápidamente progresiva, de comienzo distal y avance proximal, a veces llegando a afectar la musculatura bulbar respiratoria, y que cursa con pérdida de reflejos osteotendinosos y con signos sensitivos leves o ausentes.

Estos síntomas pueden aumentar en intensidad hasta que los músculos no pueden utilizarse en absoluto y el paciente queda casi totalmente paralizado. En estos casos, el trastorno, pone en peligro la vida potencialmente interfiriendo con la respiración y, a veces, con la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, se le considera una emergencia médica. 

La mayoría de los pacientes se recuperan, aunque algunos continúan teniendo un cierto grado de debilidad. 

Puede afectar a cualquier persona de cualquier edad o sexo. 

Es la causa más frecuente de parálisis neuro-muscular aguda, con incidencia de 1,3 a 2 por 100.000, y su mortalidad alcanza el 5-15%.

Generalmente, ocurre unos cuantos días o una semana después, de que el paciente ha tenido síntomas de una infección viral respiratoria o gastrointestinal, una cirugía reciente o una vacuna también pueden desencadenarlo.

Entre los gérmenes que se ha documentado como desencadenantes más frecuentes destacan:

  • Campylobacter jejuni (26-41% de los casos)
  • Citomegalovirus (10-22%), más frecuente en niñas
  • Virus de Epstein-Barr (10%)
  • Haemophylus influenzae (2-13%)
  • Virus varicela-zoster
  • Mycoplasma pneumoniae





  • Debilidad o pérdida de la función muscular (parálisis) que afecta ambos lados del cuerpo. En la mayoría de los casos, comienza en las piernas y luego se disemina a los brazos, lo cual se denomina parálisis ascendente.

  • Dificultad respiratoria por afección del diafragma y músculos intercostales (puede requerir asistencia respiratoria).

  • Pérdida de reflejos tendinosos en brazos y piernas.

  • Entumecimiento (pérdida leve de la sensibilidad) u hormigueo.

  • Dolor o sensibilidad muscular (puede ser un dolor similar a un calambre).

  • Movimiento descoordinado (no puede caminar sin ayuda), caídas.

  • Hipotensión arterial o control deficiente de la presión arterial.

  • Frecuencia cardíaca anormal.





Con una correcta anamnesis y exploración, el médico puede encontrar signos de debilidad muscular, pérdida de reflejos o dificultad respiratoria, que junto con el antecedente de una infección reciente, pueden ser muy orientativos a la hora de sospechar el diagnóstico. 

Entre las pruebas más comúnmente utilizadas, se encuentran:

  • Muestra de líquido cefalorraquídeo (punción lumbar). El LCR muestra una disociación albúmino-citológica, con aumento de proteínas y normalidad celular.
  • ECG para verificar la actividad eléctrica en el corazón.
  • Electromiografía (EMG) que evalúa la actividad eléctrica en los músculos. 
  • Prueba de la velocidad de conducción nerviosa.
  • Pruebas de la función pulmonar.


TRATAMIENTO:

No hay una cura conocida para el Síndrome de Guillain-Barré. 

Por lo general, la plasmaféresis y la terapia de inmunoglobulina de alta dosis, son los remedios utilizados. Ambos son igualmente eficaces, pero la inmunoglobulina es más fácil de administrar. 

La plasmaféresis es un método, mediante el cual se saca sangre del cuerpo y se procesa, de forma que los glóbulos blancos y rojos se separen del plasma o la porción líquida de la sangre. Las células de la sangre se devuelven luego al paciente sin el plasma, el cual el cuerpo sustituye rápidamente. No se sabe bien como, pero esta técnica parece reducir la gravedad y duración del episodio de Guillain-Barré. 

En la terapia de inmunoglobulina de alta dosis, se administran inyecciones intravenosas de proteína que, en cantidades pequeñas, el sistema inmunológico utiliza naturalmente para atacar a los organismos invasores. Los investigadores han descubierto, que la administración de altas dosis de estas inmunoglobulinas, derivadas de un conjunto de miles de donantes normales, a pacientes de Guillain-Barré, puede reducir el ataque inmunológico sobre el sistema nervioso. 


La parte más crítica del tratamiento de este síndrome consiste, en mantener el cuerpo del paciente funcionando, durante la recuperación del sistema nervioso. Esto puede requerir, a veces, colocar al paciente en un respirador, un monitor del ritmo cardíaco u otras máquinas que ayudan a la función corporal (UCI).



El periodo de recuperación, puede ser tan corto como unas cuantas semanas o tan largo como unos cuantos años. 

Un 30 por ciento aproximadamente de quienes tienen Guillain-Barré aún sufren una debilidad residual después de 3 años de la enfermedad. 

Un 3 por ciento puede sufrir una recaída de la debilidad muscular o sensaciones de cosquilleo muchos años después del ataque inicial.

Los pacientes que desarrollan el Síndrome de Guillain-Barré afrontan, no sólo dificultades físicas, sino también periodos dolorosos emocionalmente.

A menudo, es sumamente difícil para los pacientes, ajustarse a una parálisis repentina y a la dependencia de otros para ayuda con actividades diarias rutinarias. 

Los pacientes a veces necesitan asesoramiento psicológico para ayudarles a adaptarse a las limitaciones que les presenta esta condición.



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