Obesidad,
síndrome metabólico, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, y ahora
envejecimiento precoz.
Y
pensar que las primeras bebidas refrescantes fueron creadas por farmacéuticos…
Claro que habrá que considerar que los refrescos
actuales no pueden presumir de tener las mismas propiedades medicinales que los
antiguos, porque su composición es muy distinta, los primeros eran bebidas
elaboradas a partir de agua, bicarbonato sódico y anhídrido carbónico (gas) y
solían recomendarse para problemas como la acidez, la indigestión o incluso la
gota.
Hoy día tenemos dos tipos de refrescos, los de cola, que son aquellos carbónicos o no, elaborados con extractos de frutas o de partes de plantas comestibles, agua potable, edulcorantes naturales y otros alimentos autorizados, y los de sabores distintos a la cola considerados bebidas de zumos de frutas, que son los elaborados con zumos de frutas (en unas cantidades determinadas), agua potable, azúcar y llevar adicionado o no gas carbónico.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que son alimentos a los que se permite la adición de una cantidad de azúcares (mínimo un 8%), es decir, 8 g -un sobre de azúcar- por cada 100 ml de alimento, además de una larga lista de aditivos en unas proporciones determinadas: ácidos tartárico, cítrico, málico y láctico; ácido fosfórico, citrato sódico y cloruro sódico, ácido ascórbico, glucosa, fructosa, cafeína, colorantes naturales o artificiales, entre otros.
Después de enumerar tal composición es lógico pensar que sanos, lo que se dice sanos no son, pero la cosa empeora si además los sustituimos por los llamados “light”, ya que para conseguir cero calorías es necesario añadirles aún más aditivos.
Así que, como dicen en mi pueblo agua corriente, no mata a la gente.
Así que, como dicen en mi pueblo agua corriente, no mata a la gente.
Fuentes:
consumer.esimagen: dieteticagastronomica.com
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