La fiebre amarilla, “vómito negro” o “plaga americana” es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por las hembras de mosquitos infectados, que pertenecen a la familia de los Flaviviridae, y del género Flavivirus. Es una causa importante de enfermedad hemorrágica en muchos países de África y la zona norte de Sudamérica que según la OMS origina unos 200.000 casos anuales y cerca de 30.000 muertes cada año, un 90% de ellas en África.
El término "amarilla" alude a la ictericia que presentan algunos pacientes.
La mortalidad de los casos graves no tratados puede llegar al 50%.
Los primeros registros que existen en la historia sobre la fiebre amarilla datan de la época de los Mayas, quienes describían una enfermedad similar que llamaban "Xekik", y que se traduce como "vómito negro". Luego, en el famoso libro Popol-vuh, se relata una patología que afectaba a los monos y, posteriormente, a los seres humanos, quienes desarrollaban una coloración amarillenta de la piel.
Período de incubación: 3-7 días. La duración de la enfermedad en caso de curación es de una a dos semanas. Tras el período de incubación cabe distinguir dos formas clínicas:
Leve:(zonas endémicas y especialmente durante las epidemias).
Comienza bruscamente con fiebre elevada, escalofríos y cefalea.
Pueden existir, además, mialgias, náuseas, vómitos y albuminuria.
Suele durar de 1 a 3 días y curar sin complicaciones.
Forma grave o clásica:
Tras un período inicial similar al anterior, se produce un descenso febril y a continuación reaparece la fiebre, se produce ictericia en el 100% de los casos y puede aparecer insuficiencia hepática o renal con proteinuria (90%). Se agravan los episodios hemorrágicos con epistaxis abundantes, gingivorragia, petequias en el paladar blando y hematemesis de sangre negra y coagulada (vómito negro) hasta en un 20% de los casos. Un signo clínico clásico es la existencia de bradicardia relativa a pesar de la fiebre elevada (signo de Faget). Al inicio existe leucopenia con neutropenia. Los restantes parámetros bioquímicos traducen sólo la existencia de fallo orgánico único o múltiple (generalmente hepático o renal) y deshidratación (alteraciones iónicas y del equilibrio ácido-base).
No hay tratamiento curativo para la fiebre amarilla. El tratamiento es sintomático y consiste en paliar los síntomas y mantener el bienestar del paciente.
La vacunación es la medida preventiva más importante contra la fiebre amarilla. La vacuna es segura, asequible, muy eficaz, y una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo. La vacuna ofrece una inmunidad efectiva al 99% de las personas vacunadas en un plazo de 30 días.
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