El "codo de tenista" o mejor llamado epicondilitis, es causado por una inflamación a nivel de los tendones (tendinitis por tanto) de los músculos extensores del antebrazo que se insertan en el epicóndilo, que es una eminencia ósea en la parte lateral externa del húmero (codo).
La lesión del codo de tenista aparece por un uso reiterado de esta musculatura, por un sobreesfuerzo, el tejido conectivo sufre daños y micro roturas, con la consecuente inflamación.
Comúnmente se le ha llamado codo de tenista, debido a que estos deportistas, son los que más sufren dicha lesión, aunque cualquier movimiento en el que la muñeca adopte una postura forzada puede derivar en una epicondilitis.
Actos tan comunes como desatornillar algo, escurrir la fregona o el gesto al usar un martillo, son acciones propensas de provocar un codo de tenista.
SÍNTOMAS:
Lo más habitual es un dolor intenso en la cara externa del codo, con impotencia funcional a la hora de hacer movimientos de presa o agarre con la mano. El dolor aumenta con la palpación de la zona. En ocasiones, el dolor aparece en movimientos como elevar un objeto o provocar una rotación, por ejemplo, el gesto de llenar un vaso sujetando una jarra.
Al tratarse de una tendinitis, el dolor aumenta contra resistencia, es decir, al efectuar una flexión o extensión contra una fuerza contraria.
La primera medida a tomar será la aplicación de hielo en la zona, al inicio de la aparición de síntomas, para minimizar la inflamación, posteriormente se empleará el calor como tratamiento normalizado.
Reposo de la articulación.
Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), ya sea de aplicación tópica (cremas y geles) o ingeridos.
La fisioterapia, la aplicación de láser y ultrasonidos, y la rehabilitación a base de ejercicios y estiramientos progresivos, son el complemento ideal para la recuperación del codo de tenista.
En la mayoría de los casos de codo de tenista, la reeducación postural es la medida más efectiva.
Existe controversia en el uso de infiltraciones de esteroides glucocorticoides. A corto plazo el dolor desaparece, pero a largo plazo no hay evidencia de que su aplicación aumente las ventajas de este tratamiento.
En casos extremos y crónicos se puede acudir a la opción quirúrgica a fin de liberar el tendón del hueso.
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